El fértil diálogo que se desarrolló marcó un punto de inflexión decisivo en la descompartimentación de las disciplinas. Fue impulsado por las revistas de vanguardia, en particular Cahiers d'art (1926-1965), Minotaure (1933-1939) y Documents (1929-1930).

En todos sus números, estas publicaciones periódicas desafiaban los marcos académicos. Al poner en diálogo reproducciones fotográficas de obras antiguas, modernas y no europeas, fueron capaces de eludir la autoridad de la historia del arte clásica, desafiar los valores establecidos y dar lugar a nuevos significados.

Entre los colaboradores y colaboradores de estas revistas se encontraban Pablo Picasso, Georges Henri y Thérèse Rivière, André Breton, Michel Leiris, Charles Ratton, Joan Miró, Brassaï y Georges Bataille. Todos ellos tienen en común su interés por el arte del pasado lejano, el arte no occidental, pero también el arte popular y banal. Su enfoque experimental da lugar a una nueva percepción de objetos, lugares y épocas. Al hacerlo, desafían el concepto mismo de museo planteando estas sencillas pero formidables preguntas: ¿Qué es el objeto, qué es el arte? ¿Qué hace que un objeto sea una obra de arte?