Muchos objetos tienen un estatuto que se aproxima más al de una persona o de una criatura que al de un simple objeto. Objetos de arte – occidental o no occidental, popular o contemporáneo –, o productos de alta tecnología – robots, máquinas, etc. – se ven regularmente asignar, en su uso, capacidades de acción insospechadas, que hacen que sean casi personas. Como el niño que confiesa una pasión por su peluche o el que se enfada con su ordenador, reprochándole de ser incompetente o testarudo. Como el chamán que convoca los espíritus a través de una estatuilla con los rasgos de dioses.

Esta transferencia o confusión se realiza entonces entre lo humano y lo no humano, y la relación particular y personalizada que los une, en las culturas más diversas, es el amplio tema de esta exposición de antropología. Una incursión por la robótica, mediante la obra pionera de Masahiro Mori, permitirá entender el papel del antropomorfismo en los artefactos más diversos, y lo que supone cuando un robot de apariencia demasiado humana – o cualquier otra pieza de intimidante realismo – cruza nuestra mirada, hasta desestabilizarla.