Abordando la idea que cada persona revela parte de su personalidad a través del peinado, la exposición presenta, primero a través de su aspecto más superficial, competiciones entre rubios / rubias, pelirrojas, castaños, lisos y rizados, en una amplia serie de pinturas clásicas, esculturas y fotografías de autores. Comparando la coquetería en Papúa Nueva Guinea, la de las bellas citadinas africanas o los artistas de la alta peluquería, la exposición avanza hacia la idea del material humano a modelar y esculpir, base de un conocimiento, de la relatividad de la belleza, pero también objeto de la pérdida, el símbolo del paso del tiempo, la enfermedad y la muerte.

Soporte de memoria, reliquia o talismán, el cabello retiene gran parte del aura y la energía de su dueño. Una gran parte de la exposición está dedicada a este maná que dio origen, en el mundo, a múltiples objetos denominados "mágicos" o dotados de los poderes apropiables. De este modo se plantea el tema de lo que permanece y del trofeo, y de forma más general, la condición de ciertos "objetos" ubicados en las fronteras de lo horrible y de lo intolerable, cuestionando nuestras categorías a partir de una experiencia universal.

La exposición itinerante Queridos Cabellos ha sido presentada: