Marc Petit

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Né en 1947 à Paris, Marc Petit est un ancien élève de l'École Normale Supérieure. Poète, romancier, essayiste et traducteur de poètes allemands, Marc Petit a publié plus d'une vingtaine d'ouvrages dont Architectes des glaces (1991), La Compagnie des Indes (1998), L’Equation de Kolmogoroff (2003), La Nuit du Sorcier (2006).

Collectionneur d'art primitif depuis plus de 30 ans, Marc Petit s'est attaché en particulier à faire connaitre l'art premier des peuples de l'Himalaya ignoré des amateurs d'art primitif et des musées, jusqu'aux années 1990. Il a réalisé plus d'une douzaine de séjours au Népal, qui lui ont permis de rassembler une collection de masques himalayens tout à fait remarquable. Ces masques datent pour la plupart des XIXe et XXe siècles. L’intégralité de sa collection a été publiée par Marc Petit, lui-même dans un ouvrage intitulé A masques découverts-regards sur les arts primitifs de l’Himalaya (1995). Ce livre été couronné par le grand prix du livre des arts de la Société des gens de lettres.

Donación de veinticinco máscaras nepalíes

Marc Petit donó en 2003 al musée du Quai Branly veinticinco máscaras nepalíes del siglo XIX, bajo reserva de usufructo, cinco de las cuales están ya expuestas en la plataforma de la colección permanente del museo, en la zona Asia.

Varias de estas máscaras fuerán presentes en la exposición  Dans le blanc des yeux, masques Himalaya entre el 9 de noviembre de 2010 y el 30 de enero de 2011.

 

Máscaras de danza expuestas en la zona Asia

Marc Petit las describe en el volumen Musée du quai Branly – La Collection (Skira Flammarion, 2009)

"Simplificación de las formas, concentración expresiva teñida de una extraña ambigüedad, a mitad de camino entre lo grave y lo grotesco, la burla y el espanto: ¿quién podría pensar que estas obras proceden del Himalaya? Estas impresionantes máscaras –personajes masculino y femenino de una pareja– proceden de las 'montañas medias' (MIddle Hills) de Nepal.

Máscaras semejantes, bailando en parejas en pantomimas celebradas con ocasión de las fiestas de temporada en las aldeas o en ceremonias dedicadas a los ancestros, siguen siendo empleadas en nuestros días en distintas regiones de Nepal. La aparición de estas figuras de rasgos caricaturescos desencadena la hilaridad de los espectadores. Pero para las gentes del Himalaya, la risa no es lo contrario de lo serio; traslada un mensaje, acompaña relatos míticos, transmite una moral. Homérica, rabelesiana, a veces mezclada con terror, esta risa no es enemigo de lo sagrado, forma parte necesariamente de la fiesta como antaño, en la vieja Europa, con ocasión de los ritos del carnaval.

Las llamadas artes tribales de Nepal y de las regiones vecinas han sido reconocidas tardíamente: no fue hasta bien entrados los años 1970-1980 cuando empezaron a aparecer en el mercado obras representativas, recogidas en un primer momento por un puñado de aficionados entusiastas. Hay que decir que Nepal se abrió tarde a los extranjeros, a partir de los años 1950; el estatuto de los escultores de aldea, tribales o gente de castas bajas en la escala de la respetabilidad de la sociedad nepalí, no estaba hecho para llamar la atención de las elites locales, y hasta hoy pocos etnólogos han mostrado interés por objetos cuyo sentido y función han sido olvidados incluso por los más ancianos como resultado del paso del tiempo y de las sucesivas aculturaciones.
Es de temer que la información obtenida sobre el terreno en el futuro no pueda darnos más que un acceso limitado y parcial al conocimiento de objetos pertenecientes a las capas antiguas, prehinduista y prebudista, de culturas tribales cuyos rituales tradicionales, basados en el culto a los ancestros y a deidades locales cuya identidad se ha perdido, han sido progresivamente destronados por los de las religiones dominantes, a diferencia de las prácticas propiamente chamánicas que todavía están muy vivas, incluso entre los pueblos indonepalíes o de afinidad tibetana".